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24/3/14

Relato erótico que nadie confesaría: bailar con la fea

__¿Son cosas mías o anoche te liaste con la fea esa?
__No, no son cosas tuyas.
__Pensaba que me habían engañado los ojos. Fui a saludarte, pero te largaste con ella. ¿No me dirás que...?
__Sí, hubo tema.
__¡Venga ya!
__Bueno, yo tampoco esperaba mucho. Ya viste cómo era, entradita en carnes, nariz porcina, flequillo cortado a hachazos... y gafas gruesas. Así que pensé "ésta cae sí o sí".
__Ya te digo.
__Entonces, me acerco a ella, la invito a una copa, me doy cuenta de que no estoy inspirado, así que voy al grano. Le sugiero que vayamos a otro sitio con menos luz. Y ¿cómo reacciona? haciéndose la estrecha.
__No me digas.
__Como te lo estoy contando. Como si fuera una top model. Me dice que voy muy rápido y que ella no se va con nadie en la primera noche. Eso me desconcertó bastante. Me pregunté por qué era tan arrogante. Así que me propuse que esa noche transgrediese su norma de no acostarse con nadie en la primera noche. Estuve hablando con ella... como dos horas. ¿A qué hora llegaste tú?
__Sobre las... cuatro, creo.
__Justo, estuve desde las dos dándole coba. Me empleé a fondo para convencerla de que yo también me tomaba las cosas con calma, que me gustaba conocer a las personas por dentro.
__¿Tú? ¡que me parto! ¿Tú? ¿conocer a las personas por dentro?
__Bueno, ella no tenía por qué saber nada de mí. Así que dio resultado y se fue ablandando. Aunque seguía yendo de creída, parecía dispuesta a saltarse sus principios. Al final accedió a marcharse conmigo a otro sitio.
__¿Dónde fuiste?
__...a mi coche.
__¡Toma ya! ¿Entonces cayó?
__Ya te digo. Parecía fea ¿verdad?
__Mucho.
__Pues dentro del coche empezó a transformarse. No sé cómo, pero cuánta más ropa se quitaba más buena estaba. Se quitó las gafas y ya no estaba tan fea. Se despeinó el horrible flequillo y me pareció atractiva. Se abrió la blusa y me enseñó el sujetador y... tenía un pecho increíble. Y cuando se desnudo completamente, me dejó con la boca abierta. Tenía un cuerpazo impresionante. El mejor que he visto en mi vida. Entonces empecé a comprender su arrogancia.
__Vaya, tenía el tesoro bien guardado.
__Ya te digo. Además era muy... 
__¿Ardiente?
__Sí, fogosa. Quería decir fogosa. De las que te comen a besos, te acarician, te aprietan contra ellas...
__Mejor para, porque no he comido en días.
__¿Eh? ¡Oh! claro, lo siento.


16/3/14

El payaso

Se encontraba sentado en el suelo, jugaba con su perro, lanzaba una pelota, el perro corría a buscarla. Pero cuando llegaba hasta ella, desaparecía y volvía a estar a su lado, esperando a que la lanzara. Entonces la lanzaba de nuevo, y el perro volvía a correr por ella, pero volvía a aparecer junto a él sin la pelota, con el mismo ánimo de correr por ella. Comprendió que era un bucle, la repetición de un evento, hasta el infinito. Pero había algo en ese evento que no respondía a patrones periódicos. La música entraba en bucle, el perro entraba en bucle, la pelota entraba en bucle. Pero el payaso de juguete de gran tamaño que tenía en su habitación parecía guiado por otro patrón. Cada vez que lanzaba la pelota el payaso parecía encontrarse más cerca. Cuando lo advirtió, intentó evitar el lanzamiento de la pelota para detener el bucle. Pero la pelota aparecía en su mano y su brazo la lanzaba espontáneamente, sin obedecer órdenes de su dueño. Cuantas más veces lo hacía, más cerca estaba el maldito payaso de juguete. No era un payaso terrorífico, sino un divertido payaso sonriente. Pero su comportamiento anómalo hizo que sintiera escalofríos. Cuando el payaso llegó hasta él, se encogió aterrado y comenzó a gritar agitado. Entonces comprendió que se encontraba atrapado en una pesadilla y no podía despertar.

5/3/14

Cuando las alimañas abandonan la guarida

Silencio sepulcral, se escuchan los latidos semafóricos bajo metal. Una gélida brisa barre las calles de escoria húmeda, amalgamada con alcohol y vómitos. Las cucarachas y las ratas abandonan su guarida y se mueven con seguridad por la ciudad que de noche es suya. Una repentina algarabía corta la noche. Se escuchan voces y pisadas torpes. Varios toxicómanos pelean entre empellones e insultos desdentados. La jarana se desplaza con vida propia compitiendo por su nicho ecológico contra roedores e insectos. Jóvenes trasnochadores se cruzan con el coro de tropezones y caídas. No los miran por temor a atraer su ira. Cuando la ciudad duerme, cuando el silencio se cuela por las calles; ratas y drogatas campan a sus anchas, conquistando espacios y tiempos vacíos, que con la luz desaparecen.