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16/3/14

El payaso

Se encontraba sentado en el suelo, jugaba con su perro, lanzaba una pelota, el perro corría a buscarla. Pero cuando llegaba hasta ella, desaparecía y volvía a estar a su lado, esperando a que la lanzara. Entonces la lanzaba de nuevo, y el perro volvía a correr por ella, pero volvía a aparecer junto a él sin la pelota, con el mismo ánimo de correr por ella. Comprendió que era un bucle, la repetición de un evento, hasta el infinito. Pero había algo en ese evento que no respondía a patrones periódicos. La música entraba en bucle, el perro entraba en bucle, la pelota entraba en bucle. Pero el payaso de juguete de gran tamaño que tenía en su habitación parecía guiado por otro patrón. Cada vez que lanzaba la pelota el payaso parecía encontrarse más cerca. Cuando lo advirtió, intentó evitar el lanzamiento de la pelota para detener el bucle. Pero la pelota aparecía en su mano y su brazo la lanzaba espontáneamente, sin obedecer órdenes de su dueño. Cuantas más veces lo hacía, más cerca estaba el maldito payaso de juguete. No era un payaso terrorífico, sino un divertido payaso sonriente. Pero su comportamiento anómalo hizo que sintiera escalofríos. Cuando el payaso llegó hasta él, se encogió aterrado y comenzó a gritar agitado. Entonces comprendió que se encontraba atrapado en una pesadilla y no podía despertar.

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